viernes, 1 de agosto de 2008

Lorca y su asesinato

A Federico lo mató la ignorancia, el miedo al artista, al provocador, al genio. Lo asesinaron porque envidiaban su forma de amar y de sentir. El facha no sabe apreciar la poesía si no nace de poetas entregados a la horrible causa de vender su alma por algo de poder y cuatro monedas cubiertas de sangre.

Granada marca el perfil de la vida, no de la muerte. Sus montañas se elevan para contemplar mansamente la Vega granadina; los perfumes guardan la magia de un pasado oriental y culto, envilecido y maldito. Cada calle es un verso recitado a susurros en el oído del paseante, sus esquinas de Albaycin y Judería apuñalan al alma de belleza... Todo parece estar en calma, pero nada más lejos de la realidad: Granada se mueve, cambia su lenguaje, muta su acento. La historia no puede ganar la partida.

Y Federico, vaga errante por el Sacromonte entre sones apagados de Zorongo y Romancero, empapándose de nuevo de una media granaína altisonante y profunda. Su fantasma está muy cerca, quiere vengar su muerte. Aún vive el pensamiento que apretó el gatillo de su tragedia, siguen los verdugos insultando su legado, continúan acechando tras la puerta y maltratando la gitanería del Camborio. El fascista resucita en nuestros días, desde Fuente Vaqueros a Valderrubio, de Alfacar al mismo centro de Granada, tiñiendo de miseria la cultura. Fascistas de Norte a Sur de Este a Oeste, desde Lepe a Finisterre. Lorca sigue vivo. El poeta nunca muere mientras viva su poesía.

Granada, 30 de Julio de 2008

1 comentario:

J. Lázaro dijo...

"A Federico lo mató la ignorancia" ... qué tristeza. Por suerte, Federico siempre seguirá vivo en nuestros corazones.
Un saludo.



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