sábado, 28 de julio de 2007

BLANCO Y NEGRO



Son muchos los que piensan que la vida nos empuja irremisiblemente a la muerte, el blanco va decreciendo en su escala de grises hasta trocar su pureza inmaculada en la ocurantez telúrica del negro.
Siempre estuvo el blanco sobre el negro, pisándolo masacrando sus vidas, exprimiendo su sudores con el térreo pañuelo de sus latifundios. Por otro lado, le negro sobre el blanco significó la aventura de esto que llamaron los latinos “litterae”, la literatura.
De blanco, las novias radiantes que esperan una vida idílica, un romance eterno con su amado. De negro, aquellas que son maltratadas y que dejaron sus sueños hace algún tiempo deambulando por el altar de su antigua iglesia.
Fue el blanco el color escogido para la Paz, para ondear la bandera de las buenas intenciones y la unión entre los pueblos, negras las almas de aquellos que utilizan esta misma bandera para matar a inocentes. Negro el petróleo que les llena los bolsillos de miseria y el corazón de basura.
Son claras las mañanas de mi pueblo, blancas sus casas y el azúcar de ese Terrón que guarda en sus aguas los amarres de un pasado marinero. Negras las manipulaciones de aquellos que anteponen sus intereses, que buscan la foto y los micrófonos y abandonan su verdad, conseguir un Lepe mejor para los suyos. Estos, sólo entienden un color, el color del dinero. Blancas las sonrisas de quien vive sin tapujos de quien se siente libre y lo demuestra cada día. Negra, la pena negra de quien vive amargamente. Pero negros, son los ojos de quien enamora el alma, blanca es la droga asesina que debora las entrañas, negro es el color de la noche con sus brillos de plata y en blancas quedan las manos de quien se lava, exhimiendo su culpa.
Negro y blanco, blanco y negro. La propia vida.